“La revelación de Jesucristo”
Apocalipsis 1:1
La revelación de Jesucristo, que Dios
le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la
declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan” Apocalipsis 1:1
En algunas versiones de la Biblia traducen a este libro Profético como “Revelación y en otras Apocalipsis”. Este empieza con las palabras
“La Revelación de Jesucristo,” lo que quiere decir, por un lado, la Revelación acerca de Jesucristo, o también la “Revelación hecha
por Jesucristo”. La palabra griega para Revelación es “apokálypsis”, que tiene una larga historia. En el Apocalipsis de designa e identifica
a Jesucristo con aproximadamente 38 títulos diferentes; a lo largo del libro
del Apocalipsis existen cerca de 250 referencias a él. Vemos que la Figura de
Cristo aparece en todas las visiones del Apocalipsis.[1]
La palabra griega “Apokálypsis” está compuesta de dos partes. “Apo” quiere decir lejos de, y “kálypsis” es un velo. Apokálypsis quiere decir, por tanto, “desvelar, revelar”.
No era en su principio una palabra religiosa; quería decir
sencillamente “el descubrimiento de cualquier hecho”.
Plutarco la usa de una manera interesante en ccómo distinguir a un adulador de un amigo, cuenta que
una vez Pitágoras regañó mucho en público a un discípulo suyo muy fiel, y este
fue y se ahorcó. “Desde aquel momento Pitágoras no volvió a regañar
nunca a nadie cuando había alguien más presente. Porque el error se ha de
tratar como una enfermedad repulsiva, y toda amonestación y Revelación
(apokálypsis) debe hacerse en secreto.”
Pero apokálypsis llegó a ser una palabra especialmente
cristiana y contemporáneamente una palabra relacionada con el “Fin del Mundo”.
Se usa para la Revelación de la voluntad de Dios en
relación con lo que tenemos que hacer en un momento dado. Pablo dice que subió
a Jerusalén por apokálypsis. Es decir, que fue porque Dios le hizo saber que
eso era lo que Él quería que hiciera (Gálatas 2:2).
Se usa de la Revelación de la verdad de Dios a los
hombres. Pablo no había recibido su Evangelio de los hombres, sino por
apokálypsis de Jesucristo (Gálatas 1:12 ). En la
asamblea cristiana, el mensaje del predicador es una apokálypsis (1 Corintios 14:6 ).
Se usa de la Revelación que hace Dios a los hombres de
Sus propios misterios, especialmente en la Encarnación de Jesucristo (Romanos 16:25 ; Efesios 3:3 ).
Se usa específicamente de la Revelación del poder y de
la santidad de Dios que ha de venir en los últimos tiempos. Ese será un
desvelamiento de juicio (Romanos 2:5 ); pero para los cristianos lo será de alabanza y
de gloria (1 Pedro 1:7); de gracia
(1 Pedro 1:13 ); de gozo
(1 Pedro 4:13).
Antes de recordar usos más técnicos de apokálypsis
debemos notar dos cosas. Esta Revelación está conectada especialmente con la obra del Espíritu Santo
(Efesios 1:17).
No podemos por menos de ver que aquí tenemos un cuadro
de la totalidad de la vida cristiana. No hay parte de ella que no sea iluminada
por la Revelación de Dios. Dios nos revela lo que hemos de decir y hacer; en
Jesucristo, “Él Se nos revela a Sí mismo”, porque el que ha visto a Jesucristo ha visto al
Padre (Juan 14:9); y la vida discurre hacia la gran Revelación
final en la que habrá juicio para los que no se hayan sometido a Dios, pero
gracia y gloria y gozo para los que estén en Jesucristo. La Revelación no es
una idea técnica teológica; es lo que Dios está ofreciéndoles a todos los que Le
quieran escuchar.
Veamos ahora el sentido técnico de la palabra “apokálypsis”, que está especialmente conectado con el contenido de este libro.
Los judíos hacía mucho que habían dejado de esperar
que serían vindicados como el pueblo escogido por medios humanos. En este
tiempo ya no esperaban nada menos que una directa intervención de Dios. En ese
sentido dividían la historia del tiempo en dos edades: la está “edad presente”, totalmente entregada al mal; y la edad por venir, la
edad de oro de Dios.
Entre las dos habría de haber un tiempo de prueba
terrible. Entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos, los judíos escribieron
muchos libros que eran visiones del tiempo terrible del fin, y de la bendición
que vendría después. Estos libros se llamaban Apokálypses; y eso es lo que es
el Apocalipsis. Aunque no hay otro como él en el Nuevo Testamento, pertenece a
una clase de literatura que fue muy abundante entre los Testamentos. Todos esos
libros son peregrinos e ininteligibles, porque tratan de describir lo indescriptible.
El mismo tema del Apocalipsis nos da la razón de su dificultad.[2]
En la Palabra de Dios el “Revelar” se usa casi exclusivamente en relación con Dios, de modo que se convierte
en un término teológico. Solo Dios mismo puede revelarnos los Misterios de su ser y de sus obras (Dt 29.29; Am 3.7; Jn 1.18;
1 Ti 6.16), y toda búsqueda independiente de conocimiento acerca de Él está
destinada al fracaso (Jeremías 23.28; 1 Corintios 1.21). Por tanto, es necesario que Dios tome la
iniciativa en su diálogo con el hombre (Genesis 1.28; 3.8).
En El Antiguo Testamento Cómo revela Dios Dada la capacidad limitada del hombre, la revelación
le llega paulatina y progresivamente. Pero en ninguna otra parte se nota tan
categóricamente como en la Biblia la realidad de la revelación.
El propósito de la revelación no es satisfacer la curiosidad humana acerca
de la cosmología, la metafísica o el futuro, sino comunicar los designios
divinos y hasta el carácter de Dios mismo. Los designios incluyen normas de
conducta la LEY moral, y ciertas instituciones sociales (Números 11.16),
políticas (1 Samuel 9.17) y religiosas (Éxodo 25.40).
Además, Dios revela el significado de los acontecimientos vividos por su
pueblo, interpretándolos como oportunidades de salvación dentro de un plan
establecido. Según este plan, se revela progresivamente el secreto de los
"últimos tiempos", el cumplimiento de la promesa divina. Dios
comunica ciertas verdades acerca de su persona. La creación nos rodea de
señales de su poder; los hechos históricos también enseñan que Dios es temible
pero que a la vez consuela, libera y cura (Éxodo 34.6s). A estas pruebas el
hombre ha de responder con fe, temor y amor. Pero ¿revela Dios en el Antiguo
Testamento el secreto íntimo de su ser? Su rostro no se ve nunca (Éxodo 33.20)
y su gloria solamente se prefigura con símbolos (1 Reyes 22.19; Isaías 6.1).
Aun las apariciones del ángel del Señor y la revelación del nombre divino solo
apuntan hacia una futura revelación suprema
En El Nuevo Testamento la consumación de la revelación se concentra en Jesús,
quien es a la vez su autor y su objeto (Hebreos 1.1; 12.2).
Las figuras y las tipologías del Antiguo Testamento hallan su cumplimiento
en los acontecimientos de la vida y ministerio de Jesús en la tierra como en lo
celestial, y sobre todo en su muerte y resurrección. Esta manifestación del Cordero,
de una vez por todas (Hebreos 9.26; 1 Pedro 1:20), revela la gracia de Dios (2
Timoteo 1:9- 10) en un Misterio, porque el es el Verbo o la “palabra” cuya
encarnación inicia los "últimos tiempos".
Sin embargo, los hechos de la vida de Jesús, incluso sus milagros,
resultarían incomprensibles si el Maestro no definiera con palabras el sentido
exacto que encierran. Su doctrina, tal como la hallamos por ejemplo en el
Sermón del Monte y en las parábolas, es una revelación acerca del Reino de Dios.
También revela mucho acerca de su persona: Él es Hijo de Dios e Hijo del Hombre,
el Mesías y Siervo de JEHOVÁH, a su vez es uno con JEHOVÁH y JEHOVÁH mismo
(Juan 1:1;10:30), es el “Logos”—la palabra o Verbo— (Juan 1:1) es también
nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 7-9). Los discípulos, algunos de los cuales
fueron comisionados como apóstoles, presenciaron esta revelación para luego
servir de testigos.
Los predicadores del evangelio, autenticados por Jesucristo (Lucas 10:16; Juan
20:21) y fortalecidos por el Espíritu Santo, llevan la revelación al mundo
entero. Así lo hará la iglesia hasta el fin de los tiempos. Al hacerlo, la
generación apostólica fue descubriendo el significado total de las Escrituras y
de la vida y palabras de Jesucristo, y finalmente escribió Epístolas y
Evangelios. Aunque lo esencial de la revelación estuvo completo con el cierre
del canon, la dirección del Espíritu Santo es prometida para siempre (Juan 14:16)
y los dones espirituales siguen en pie, lo cual asegura una revelación
continua.
Esta época en que nos relacionamos con Dios mediante Cristo por fe es
solamente provisional. Apunta hacia una consumación final cuya naturaleza nos
es difícil concebir (1 Co 13.12): la Segunda venida de Cristo (Colosenses 3:4).
Cuando el Nuevo Testamento habla de la revelación o la "aparición de
Jesucristo", es a ese acontecimiento futuro a que se refiere (2 Tesalonicenses
1:7; 1 Pedro 1:7, 13);
las Palabras aquí en 2 Tesalonicenses es “Apocalipsis” en el griego, como
también 2 Pedro 1:7, en la versión LBLA traduce a este último pasaje así: “en
la revelación de Jesucristo”. Y el título del último libro de la Biblia,
Apocalipsis, sugiere lo dramático de los conflictos que acompañan esa última
revelación y lo magnífico de la Jerusalén que desciende de Dios.[3]
El título “Apocalipsis” niega categóricamente el concepto de que el
Apocalipsis es un “libro sellado” o “imposible de interpretar”; por tanto, puede
ser entendido. Contiene un gran mensaje que Dios se propuso que sus “siervos”
en la tierra deberían oír y guardar (Apocalipsis 1:3), y no podrían hacerlo a
menos que primero lo entendiesen. La Revelación De Jesucristo; tanto en griego
como en español estas palabras pueden significar que el Apocalipsis es una
revelación que se origina en Jesús o que lo revela a él. El contexto parece
implicar e indicar que la primera interpretación es en este caso la principal,
porque es la revelación “que Dios le dio, para manifestar a sus siervos”. Al
mismo tiempo debe recordarse la verdad del segundo significado, porque este
libro revela a Jesús en su obra celestial después de su ascensión a los cielos.
En este sentido el Apocalipsis en realidad complementa a los Evangelios. Estos
registran el ministerio de Jesús en la tierra; el Apocalipsis revela su obra en
el plan de la redención a partir de ese tiempo, como también su obra sumo
sacerdotal intercediendo en pos de la humanidad.[4]
0 Comentarios