ESCUELA SABATICA JOVENES
Versículo para Memorizar:
“Porque tal sumo sacerdote nos
convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más
sublime que los cielos” (Heb. 7:26).
sábado 29 enero,
2022
Como sabemos
el pecado causó el abismo que existía entre Dios y nosotros. (Ver Isaías
59:1-2) El problema se agravó porque el pecado también implicaba la corrupción
de nuestra naturaleza al ser concebido. Dios es santo, y el pecado no puede
existir en su presencia ¿Por qué?, porque Dios es Justo, Santo, en si fuego
consumidor, ¿entonces como pues podemos habitar en su presencia? Bueno como lo
dice Isaías 33:14-16. Por lo tanto, nuestra maldad nos separó de Dios, al igual
que dos imanes en la orientación incorrecta se repelen entre sí. Y es por este
que los seres humanos perdimos de vista el amor y la misericordia de Dios y
llegamos a verlo como iracundo y exigente.
UN
SACERDOTE EN REPRESENTACIÓN DE LOS SERES HUMANOS
6 Domingo 30 de enero
En esta
semana, Hemos estudiado las cosas maravillosas que hicieron el Padre y el Hijo
(Jesús) para salvar ese abismo. La lección
se ha centrado específicamente en Hebreos 5:1 al 10 y 7:1 al 28. Teniendo como tema de estudio a Cristo como “Sacerdote Fiel” y no estaría
mal el preguntarnos ¿Cuál es el propósito del sacerdocio? La escritura es clara
respecto a su propósito y origen; El propósito básico del sacerdocio es mediar
entre los pecadores y Dios.
Hebreos 5:1
al 4 comienza con un catálogo general de aptitudes sumosacerdotales. “Todo sumo
sacerdote es elegido entre los hombres, y constituido a favor de los hombres
ante la presencia de Dios, para presentar ofrendas y sacrificios por los
pecados y para mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, ya que él
mismo adolece de la debilidad humana. Por eso mismo debe presentar una ofrenda
por sus propios pecados, así como por los del pueblo. Pero nadie puede tomar
este honor por cuenta propia, sino sólo el que es llamado por Dios, como en el
caso de Aarón” (Heb. 5:1-4, RVC).
En total,
doce cualidades de un sumo sacerdote se enumeran en Hebreos 5:1 al 4. En primer
lugar, la descripción del trabajo: cada sumo sacerdote es (1) “elegido entre
los hombres”, (2) seleccionado “a favor de los hombres”, (3) está “ante la
presencia de Dios” y (4) es designado “para presentar ofrendas y sacrificios”
(5) “por los pecados”. Luego vienen las disposiciones personales: (6) es
“paciente con los ignorantes y extraviados” y (7) “adolece de la debilidad
humana”. Además, (8) “debe presentar una ofrenda por sus propios pecados”, (9)
“así como por los del pueblo”. Finalmente, el tema de la vocación: (10) “nadie puede tomar
este honor por cuenta propia”, (11) “sino solo el que es llamado por Dios”,
(12) “como en el caso de Aarón”.
1. En
primer lugar, el sumo sacerdote es elegido de entre su propio pueblo. Se
suponía que era israelita (Éxo. 29:9, 44; Núm. 18:1-7), de la tribu de Leví. Aarón fue nombrado sumo
sacerdote primero por Dios mismo (Éxo. 28:1). Cuando ciertas personas, como Coré y su grupo,
presumieron de designarse a sí mismos o a otros para el puesto de sumo
sacerdote, Dios tuvo que destruirlos (Núm. 16:15-40). El sacerdocio y sus prerrogativas no eran un
asunto insignificante, como lo experimentó el rey Uzías a través de un brote de
lepra en su propio cuerpo cuando entró en el Templo para ministrar en el Altar
del Incienso (2 Crón. 26:16-21). Su trabajo era representar a otros seres humanos
ante Dios, y ofrecer donativos y sacrificios en beneficio propio y de los
demás. El tema de la solidaridad de Cristo con nosotros, los seres humanos,
surge en Hebreos 2:17 y 18, resurge en Hebreos 4:14 al 16 y se desarrollará más
en Hebreos 5.
2. En segundo lugar, el sumo sacerdote, como lo
describe Hebreos, es una persona que es capaz de moderarse, es decir, contener
sus propias emociones con quienes son ignorantes y se descarrían. “Puede tratar
con paciencia a los ignorantes y extraviados” (Heb. 5:2, NVI). El sumo
sacerdote ideal era una persona no demasiado dura, pero tampoco indiferente al
pecado.
3. En tercer lugar,
aunque por lo menos en algunos casos el sumo sacerdote debió de haberse sentido
frustrado por los pecados cometidos por el pueblo (tan solo piensa en el sumo
sacerdote Elí, cuando acusó erróneamente a Ana de estar ebria [1 Sam. 1:13,
14]), él mismo estaba sujeto a la debilidad. Hebreos 5:2 dice literalmente que
el sumo sacerdote estaba “sujeto a” o “rodeado de” debilidad debajo de su
elaborado atuendo exterior (Éxo. 28). Esta distinción es importante, porque su
debilidad le permitía tratar con amabilidad a los malhechores. Como sumo
sacerdote, tenia que mostrar solidaridad con su pueblo, refrenaba sus emociones
cuando se sentía frustrado y también era consciente de que estaba sujeto al
pecado. Esto lo convertía en una persona accesible.
4. En cuarto lugar,
una persona no podía alistarse o postularse para el oficio de sumo sacerdote.
El primer designado, Aarón, fue elegido por Dios, y a nadie se le permitió
concederse este honor para sí. La persona lo aceptaba solo cuando Dios la
convocaba. Vemos que Cristo como Sumo Sacerdote no se
autoadjudicó el honor, sino que Dios lo designó para el puesto. El autor lo
expresa uniendo dos salmos. Los cuales ya se han utilizado anteriormente, en Hebreos
1:5 y 1:14, al principio y al final de una serie de citas en Hebreos 1:5
al 14. La primera referencia es del Salmo 2:7. El Salmo
2 es el salmo mesiánico que habla del nombramiento de Cristo como el Hijo
de David profetizado. La segunda referencia proviene del Salmo 110:4 y
muestra que Dios llama a Cristo para ser Sacerdote. Sus logros sacerdotales ya
se mencionaron en Hebreos 1:3: “Habiendo efectuado la purificación de
nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó”. Aquí Pablo combina la
temática de la filiación de Cristo con la temática de Cristo como Sumo
Sacerdote.
Luego en los versículos siguientes,
En Hebreos 5:5 al 10, el Autor de la epístola dirige el análisis hacia
Jesús que cumple perfectamente con esos propósitos: Dios lo designó (Heb. 5:5,
6) y, además, Jesús nos entiende porque él también ha sufrido (Heb. 5:7, 8). Por
qué Hebreos dice que Jesús oró “al que podía salvarlo de la muerte, y fue
escuchado” (Heb. 5:7, NVI). Hebreos se refiere a la Segunda Muerte, de la cual
Dios liberó a Jesús cuando lo resucitó (Heb. 13:20). Hebreos también dice que
Jesús “por lo que padeció aprendió la obediencia” (Heb. 5:8). La obediencia era
nueva para Jesús, no porque fuera desobediente, sino porque era Dios. Como
Soberano del Universo, Jesús no obedecía a nadie; todos obedecían a él. Los
sufrimientos y la muerte de Jesús en la Cruz son una parte esencial de su
ministerio sacerdotal. Los sufrimientos no perfeccionaron a Jesús en el sentido
de que haya mejorado moral o éticamente. Los sufrimientos no lo hicieron misericordioso.
Al contrario, Jesús vino a esta Tierra porque siempre fue misericordioso, por
eso tuvo compasión de nosotros (Heb. 2:17). Lo que Hebreos quiere decir es que
fue a través de los sufrimientos que la realidad del amor fraternal de Jesús,
la autenticidad de su naturaleza humana y la profundidad de su sumisión como
representante de la humanidad a la voluntad del Padre se expresaron y se
revelaron verdaderamente. Fue “perfeccionado” en el sentido de que sus
sufrimientos lo calificaron para ser nuestro Sumo Sacerdote. Fue su vida de
perfecta obediencia, y luego su muerte en la Cruz, lo que constituye la ofrenda
de sacrificio que Jesús presentó ante el Padre como nuestro Sacerdote. Mostrar solidaridad con los seres humanos, queda de manifiesto por
su sufrimiento, su aprendizaje de la obediencia y su perfección (Heb. 5:7-10).
Sin embargo,
existen algunas diferencias importantes entre ambos sacerdocios.
1. Jesús en su esencia (como Dios) no
fue “tomado de entre los hombres” (Heb. 5:1). Jesús era de procedencia divina
pero adoptó la naturaleza humana para, entre otras cosas, servir como sacerdote
en nuestro favor.
2. Jesús no ofreció sacrificios por sus
pecados (Heb. 5:3), sino solo por nuestros pecados, porque él no tenía pecado
(Heb. 4:15; 7:26-28).
En síntesis,
un sumo sacerdote mostraba solidaridad con su pueblo, controlaba sus emociones,
era consciente de su debilidad y solo asumía el cargo cuando lo convocaba Dios.
Primera de
Pedro 2:9 nos dice que somos “real sacerdocio”. ¿Qué nos debería decir la vida
de Jesús en cuanto a cómo deberíamos ser nuestras relaciones con las demás
personas por tener este rol sagrado?
SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC
Para unir lo
que se dividió por el Pecado Cristo adopto nuestra naturaleza, y se convirtió
en nuestro Sumo Sacerdote. Se lo llama Sacerdote “según el orden de Melquisedec”
(Heb. 5:6). Eso en realidad significa que Cristo es “semejante a Melquisedec”
(Heb. 7:15, JBS). Este rey y sacerdote Melquisedec era contemporáneo de Abraham.
Cuando una coalición de reyes comandada aparentemente por Quedorlaomer Rey de Elam,
y atacó Sodoma y Gomorra y demás ciudades vecinas, y no solo las conquistaron, sino
que también se llevaron cautivo a Lot, el sobrino de Abram. En respuesta, Abram
lanzó un contraataque, y rescató a Lot y a los demás ciudadanos capturados de
esas ciudades, junto con los bienes saqueados. Después de regresar de la
batalla, Melquisedec, rey y sacerdote de Salem, bendijo a Abram y, a cambio,
Abram le entregó una décima parte de todo el botín de la batalla (Gén. 14).
Este Melquisedec no era Cristo encarnado, ni un ser celestial; era solo un rey
y sacerdote humano, un símbolo practico. Melquisedec, como tipo de Cristo,
encaja en el argumento de Pablo. Aunque no pertenecía a la tribu de Leví, la
tribu sacerdotal del antiguo Israel, Cristo llegó a ser un sacerdote superior y
eficaz porque su sacerdocio concordaba con el orden de Melquisedec, el
rey-sacerdote de Salem. Ten en cuenta que Melquisedec recibió el diezmo de
Abram, lo que hace que su sacerdocio fuera anterior y superior al de Leví. Por
ende, el sacerdocio de Melquisedec tipifica adecuadamente el real sacerdocio de
Cristo. Sin embargo, a diferencia de Melquisedec, Jesús no tenía pecado (Heb.
7:26-28).
Ver
Génesis 14:18 al 20 y 7:1 al 3. ¿Quién era Melquisedec y cómo prefiguraba a
Jesús?
Hebreos 7:15
explica que Jesús era sacerdote “a semejanza de Melquisedec”. Esto es lo que
significa la expresión anterior en Hebreos, “según el orden de Melquisedec”
(Heb. 5:6). Jesús no fue sucesor de Melquisedec, pero su sacerdocio fue similar
al suyo. Así a semejanza de Melquisedec, Cristo es Rey y Sacerdote.
Por ejemplo,
Pablo dice que Melquisedec no tenía padre, madre, genealogía, nacimiento ni
muerte. Algunos han sugerido que Melquisedec fue una encarnación de Jesús en la
época de Abraham. Pero este pensamiento no se ajusta al argumento de Hebreos.
Melquisedec “es alguien semejante a” Jesús (ver RVC), lo que implica que él era
una persona diferenciable de Jesús (Heb. 7:3).
También se
ha sugerido que Melquisedec era un ser celestial, pero esto destruiría el
argumento de Hebreos. Si Melquisedec no tuviera padre, madre, principio ni fin,
sería Dios mismo. Esto plantea un problema. El sacerdocio celestial y
completamente divino de Melquisedec habría precedido al ministerio de Jesús. Si
este fuera el caso, como dice Hebreos, “¿qué necesidad habría aún de que se
levantase otro sacerdote?” (Heb. 7:11).
En cambio,
Hebreos usa el silencio de las Escrituras con respecto al nacimiento, la muerte
y la genealogía de Melquisedec para construir una tipología, un símbolo, del
ministerio sacerdotal de Jesús (Gén. 14:18-20) y del hecho de que Jesús mismo
era eterno. En resumen, Melquisedec fue un rey-sacerdote cananeo que sirvió
como un tipo de Cristo.
Y hablando
de esto me gustaría complementar con una cita del Espíritu de Profecía que
dice:
“Fue Cristo quien habló mediante Melquisedec, el sacerdote
del Dios Altísimo. Melquisedec no era Cristo, sino la voz de Dios en el mundo,
el representante del Padre. Y Cristo habló a través de todas las generaciones
del pasado. Cristo guio a su pueblo y fue la luz del mundo” (MS 1:491).
UN
SACERDOTE EFICIENTE
martes 01 febrero, 2022
Pasamos
entonces al siguiente tema que toca la lección que es “Si, pues, la perfección
fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley),
¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de
Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?” (Heb. 7:11).
Los
sacerdotes son mediadores entre Dios y los seres humanos. Sin embargo, Hebreos
dice que los sacerdotes levitas no podían ofrecer un acceso completo y confiado
a Dios porque no podían ofrecer la perfección (Heb. 7:11, 18, 19). Al fin y al
cabo, ellos no eran perfectos; por ende, ¿cómo podrían de alguna manera ofrecer
la perfección a los demás?
Los
sacrificios de animales tampoco podían limpiar la conciencia del pecador. Su
propósito era señalar el ministerio de Jesús y su sacrificio, el único que
ofrecería una verdadera purificación del pecado (Heb. 9:14; 10:1-3, 10-14). La
función de los sacerdotes levitas y sus sacrificios fue temporal e ilustrativa.
Mediante el ministerio de ellos, Dios quería conducir al pueblo a depositar su
fe en el futuro ministerio de Jesús, “el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo” (Juan 1:29). En comparación con los sumo sacerdotes levíticos
humanos, Cristo es mejor que ellos en el sentido de que puede tratar con
benignidad a los ignorantes y descarriados. Asimismo, él puede “compadecerse de
nuestras debilidades” (Heb. 4:15) y “socorrer a los que son tentados” (Heb.
2:18). Él puede “salvar perpetuamente” (Heb. 7:25), y perfeccionar “para
siempre a los santificados” (Heb. 10:14).
Ver
Hebreos 7:11 al 25. ¿Por qué era necesario cambiar la ley del sacerdocio?
Hebreos 7:12
explica que el cambio de sacerdocio hizo necesario un cambio en la ley. ¿Por
qué? Porque había una ley muy estricta que prohibía a quien no fuera de la
línea de Leví hasta Aarón servir como sacerdote (Núm. 3:10; 16:39, 40). Hebreos
7:13 y 14 explica que Jesús era del linaje de Judá, por lo que esta ley le prohibía
ser sacerdote. Entonces, Pablo argumenta que la designación de Jesús como
sacerdote indicaba que Dios cambió la ley del sacerdocio.
La venida de
Jesús también implicó un cambio en la ley de los sacrificios. Se requería que
los pecadores llevaran diferentes tipos de sacrificios para obtener la
expiación (Lev. 1-7), pero ahora que Jesús vino y ofreció un sacrificio
perfecto la ley de los sacrificios de animales también quedó de lado (Heb.
10:17, 18) como resultado del Nuevo Pacto y la revelación mayor del plan de
salvación.
Si Pensamos
en la innumerable cantidad de sacrificios de animales ofrecidos en la
antigüedad: todos tenían como fin el prefigurar al Salvador, a Jesús y, sin
embargo, ninguno de ellos (ni siquiera todos juntos) realmente podía pagar el
precio de nuestros pecados. ¿Por qué creen que solo la muerte de Jesús podía
pagar por ellos?
Me gustaría poder
complementar y responder a esta pregunta con una Cita del Espíritu del Profecía:
“Puesto que la ley divina es tan sagrada como el mismo Dios,
sólo uno igual a Dios podría expiar su transgresión. Ninguno sino Cristo podía
salvar al hombre de la maldición de la ley, y colocarlo otra vez en armonía con
el Cielo. Cristo cargaría con la culpa y la vergüenza del pecado, que era algo
tan abominable a los ojos de Dios que iba a separar al Padre y su Hijo. Cristo
descendería a la profundidad de la desgracia para rescatar la raza caída”. (Historia de los Patriarcas y
Profetas, Capitulo 4: El Plan de Redención.)
UN
SACERDOTE ETERNO
miércoles 02 febrero, 2022
Lee
Hebreos 7:16. ¿Sobre qué base Jesús se convirtió en sacerdote?
Como hemos
visto en Hebreos 7:16, Jesús recibió el sacerdocio sobre la base de una vida
indestructible y porque tiene un ministerio eterno. Las implicaciones de estos
hechos son asombrosas. Significa que el ministerio de Jesús nunca será
superado. Jesús salva por completo, eterna y “perpetuamente” (Heb. 7:25). La
salvación que ofrece Jesús es total y definitiva. Llega a los aspectos más
íntimos de la naturaleza humana (Heb. 4:12; 9:14; 10:1-4). La intercesión de
Jesús ante el Padre involucra todos los beneficios otorgados bajo el Nuevo
Pacto.
También
incluye mucho más que el perdón de pecados. Implica poner la Ley en nuestro
corazón, hacernos nuevas personas en él y guiarnos a la propagación del
evangelio al mundo (Heb. 8:10-12). Al ser uno con Dios y con los seres humanos,
él nos representa ante el Padre. Al ser quien ofreció su vida en sacrificio,
Jesús tiene un favor inexpugnable ante Dios.
Y esto lo deja
en claro Hebreos 7:22 al declarar que Cristo es Fiador o es la garantía de este
mejor Pacto.
Jesús es la
garantía del Nuevo Pacto porque Dios juró que Jesús sería sacerdote “para siempre”
(Heb. 7:21). Es muy fácil pasar por alto la importancia de este juramento.
Pablo ya se había referido a los juramentos que Dios le hizo a la generación
del desierto y a Abraham (Heb. 3:7-11; 6:13-15). La diferencia entre esos
juramentos y el juramento que Dios le hizo al Hijo es que aquellos juramentos
fueron hechos a seres humanos mortales. Los juramentos permanecen vigentes
mientras los beneficiarios están vivos.
Sin embargo,
en el caso del Hijo, cuya vida es “indestructible”, el juramento que Dios le
hizo será obligatorio para siempre. Una persona que era garante de otra estaba
sujeta a la misma penalización que la persona por la que salió en garantía,
incluida la muerte. Sin embargo, el Padre estableció a Jesús como una garantía
para nosotros de que él no incumplirá sus promesas. Así de seguros podemos
estar de la salvación que se nos ha dado en Jesús.
UN
SACERDOTE SIN PECADO
jueves 03 febrero, 2022
Al Leer
Hebreos 7:26 encontramos cinco características de Jesús en este pasaje:
1. Jesús era “santo”. Esto significa que
Jesús estaba libre de culpa en su relación con Dios (Heb. 2:18; 4:15; 5:7, 8).
La traducción al griego antiguo del Antiguo Testamento utilizó el mismo término
griego para designar a aquellos que guardan su relación de pacto con Dios y con
los demás.
2. Jesús era “sin mancha”. Permaneció
puro e intacto ante el mal, a pesar de haber sido tentado “en todo” (Heb. 4:15;
2:18). La impecabilidad perfecta de Jesús es importante para su sacerdocio. El
Antiguo Pacto estipulaba que las víctimas de los sacrificios debían ser “sin
defecto” para ser aceptables ante Dios (Lev. 1:3, 10, etc.). La perfecta
obediencia de Jesús durante su vida terrenal hizo posible que se ofreciera a sí
mismo como un sacrificio aceptable a Dios (Heb. 9:14).
3. Jesús fue “apartado de los pecadores”
cuando ascendió al cielo. El tiempo del verbo griego sugiere que este es un
estado presente de Jesús, que comenzó en un momento específico. Jesús soportó
la hostilidad de los pecadores durante su vida terrenal, pero salió victorioso
y luego se sentó a la diestra de Dios (Heb. 12:2, 3). Jesús también está
“apartado de los pecadores” en el sentido de que está completamente libre de
pecado (Heb. 4:15).
4. Jesús fue “hecho más sublime que los
cielos”. Esto significa que Jesús ha sido exaltado por encima de todo lo que
existe y, por lo tanto, es uno con Dios. En los Salmos, Dios es el que es
“exaltado [...] sobre los cielos” (Sal. 57:5, 11; 108:5).
5. Jesús era plenamente humano, pero no
era un ser humano pecador como nosotros (Heb. 2:14–16; 4:15). Jesús es
perfecto, no solo porque nunca pecó, sino también porque no se corrompió con el
pecado como nosotros. Fue cercado por el pecado, pero a diferencia nuestra él
no cedió ni se dejó vencer.
Sin embargo,
debido a que fue plenamente humano, además también es nuestro Ejemplo. Él nos
muestra cómo correr la carrera de la vida (Heb. 12:1-4). Él es el Ejemplo al
cual seguir (1 Ped. 2:21-23). Debido a que es “santo, inocente, sin mancha,
apartado de los pecadores” (Heb. 7:26), es nuestro Salvador, y nosotros también
podemos reflejar su carácter.
viernes 04 febrero, 2022
Me gustaría ir
finalizando con dos citas de EGW que dice:
Al volver al
libro de Hebreos, los que buscaban la verdad encontraron que existía un segundo
Santuario, o sea el del nuevo pacto, al cual se alude en las palabras ya
citadas de Pablo: “En verdad el primer pacto también tenía reglamentos del
culto, y su santuario que lo era de este mundo” (9:1) (VM). El uso de la
palabra también implica que Pablo ha hecho antes mención de este Santuario.
Yendo al principio del capítulo anterior se lee: “Este es el punto capital de
cuanto venimos diciendo, que tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la
diestra del trono de la Majestad en los cielos, al servicio del santuario y de
la Tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre”. (Hebreos 9:1;
8:1, 2, BJ) Aquí tenemos revelado el Santuario del nuevo pacto. El Santuario
del primer pacto fue armado por el hombre, construido por Moisés; éste segundo
está armado por el Señor, no por el hombre. En aquel Santuario los sacerdotes
terrenales desempeñaban el servicio; en éste es Cristo, nuestro gran Sumo
Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Un Santuario estaba en la
Tierra, el otro está en el cielo. Además, el tabernáculo construido por Moisés
fue hecho según un modelo. El Señor le indicó: “Conforme a todo lo que yo te
muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo
haréis”. Y además le encargó: “Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido
mostrado en el monte”. (Éxodo 25:9, 40). Y Pablo dice que el primer tabernáculo
“era figura de aquel tiempo presente, en el cual se ofrecían presentes y
sacrificios”; que sus santos lugares eran “copias de las realidades
celestiales”; que los sacerdotes que presentaban las ofrendas según la ley
ministraban en el que era “copia y sombra del que está en el cielo”, y que
“Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple copia del
verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios
en favor nuestro”. Hebreos 9:9 [RVA]; 23; 8:5; 9:24, NVI. (EGW, Cristo en su
Santuario ,El santuario del nuevo pacto en el cielo)
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