Como ciudad destruida y sin murallas es el hombre que no pone freno a su espĂritu. Proverbios 25:28
Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espĂritu que el que toma una ciudad. Proverbios 16:32
Como ciudad destruida y sin murallas es el hombre que no pone freno a su espĂritu. Proverbios 25:28
Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espĂritu que el que toma una ciudad. Proverbios 16:32
El Gran Conflicto Final, es un proyecto de estudio de solamente y principalmente de la escritura y tambiĂ©n el EspĂritu de ProfecĂa, para los nuevos esto le sonara extraño pero los invitamos a que puedan discernir lo que publicamos y ver si no esta de acuerdo con la escritura. Dios los Bendiga Lectores.
Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo que el Señor estableciĂł y no los humanos. En Ă©l Cristo ministra en nuestro nombre, poniendo a disposiciĂłn de los creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido de una vez por todas en la cruz. En su ascensiĂłn, fue inaugurado como nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzĂł su ministerio de intercesiĂłn, que fue tipificado por el trabajo del sumo sacerdote en el lugar santo del santuario terrenal. En 1844, al final del perĂodo profĂ©tico de 2300 dĂas, entrĂł en la segunda y Ăşltima fase de su ministerio expiatorio, que fue tipificado por el trabajo del sumo sacerdote en el lugar sagrado del santuario terrenal. Es un trabajo de juicio investigativo, que es parte de la disposiciĂłn final de todo pecado, tipificado por la limpieza del antiguo santuario hebreo en el DĂa de la ExpiaciĂłn. En ese servicio tĂpico el santuario era limpiado con la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales son purificadas con el perfecto sacrificio de la sangre de JesĂşs. El juicio investigativo revela a las inteligencias celestiales quiĂ©nes de entre los muertos están dormidos en Cristo y por lo tanto, en Él, son considerados dignos de tener parte en la primera resurrecciĂłn. TambiĂ©n pone de manifiesto quiĂ©nes entre los vivos permanecen en Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de JesĂşs, y en Él, por lo tanto, están listos para ser trasladados a su reino eterno. Este juicio reivindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en JesĂşs. Declara que aquellos que han permanecido leales a Dios recibirán el reino. La finalizaciĂłn de este ministerio de Cristo marcará el fin de la prueba humana antes de la Segunda Venida. (Lev. 16; NĂşm. 14:34; Eze. 4:6; Dan. 7:9-27; 8:13, 14; 9:24-27; Heb. 1:3; 2:16, 17; 4:14-16; 8:1-5; 9:11- 28; 10:19-22; Apoc. 8:3-5; 11:19; 14:6, 7; 20:12; 14:12; 22:11, 12.)
El amable Creador, despuĂ©s de los seis dĂas de la CreaciĂłn, descansĂł en el sĂ©ptimo dĂa e instituyĂł el Sábado para todas las personas como un memorial de la CreaciĂłn. El cuarto mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del sĂ©ptimo dĂa como dĂa de descanso, adoraciĂłn y ministerio en armonĂa con la enseñanza y la práctica de JesĂşs, el Señor del Sábado. El Sábado es un dĂa de encantadora comuniĂłn con Dios y con los demás. Es un sĂmbolo de nuestra redenciĂłn en Cristo, un signo de nuestra santificaciĂłn, una muestra de nuestra lealtad, y un anticipo de nuestro futuro eterno en el reino de Dios. El Sábado es la señal perpetua de Dios de su pacto eterno entre Él y su pueblo. La alegre observancia de este santo tiempo de tarde a tarde, de sol a sol, es una celebraciĂłn de los actos creativos y redentores de Dios. (GĂ©nesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11; 31:13-17; LevĂtico 23:32; Deuteronomio 5:12-15; IsaĂas. 56:5, 6; 58:13, 14; Ezequiel 20:12, 20; Mateo 12:1-12; Marcos 1:32; Lucas 4:16; Hebreos 4:1-11.)
Los grandes principios de la ley de Dios están encarnados en los Diez Mandamientos y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y los propĂłsitos de Dios en relaciĂłn con la conducta y las relaciones humanas y son vinculantes para todas las personas en todas las Ă©pocas. Estos preceptos son la base del pacto de Dios con su pueblo y la norma en el juicio de Dios. A travĂ©s de la agencia del EspĂritu Santo señalan el pecado y despiertan un sentido de necesidad de un Salvador. La salvaciĂłn es enteramente por gracia y no por obras, y su fruto es la obediencia a los mandamientos. Esta obediencia desarrolla el carácter cristiano y resulta en un sentido de bienestar. Es una prueba de nuestro amor por el Señor y nuestra preocupaciĂłn por nuestros semejantes. La obediencia de la fe demuestra el poder de Cristo para transformar vidas, y por lo tanto fortalece el testimonio cristiano. (Éxodo 20:1-17; Deut. 28:1-14; Sal. 19:7-14; 40:7, 8; Mat. 5:17-20; 22:36-40; Juan 14:15; 15:7-10; Rom. 8:3, 4; Ef. 2:8-10; Heb. 8:8-10; 1 Juan 2:3; 5:3; Apoc. 12:17; 14:12).
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y Ăştil para enseñar, para redargĂĽir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17 Las Sagradas Escrituras, Antiguo y Nuevo Testamento, son la Palabra escrita de Dios, dada por inspiraciĂłn divina. Los autores inspirados hablaron y escribieron movidos por el EspĂritu Santo. En esta Palabra, Dios ha confiado a la humanidad el conocimiento necesario para la salvaciĂłn. Las Sagradas Escrituras son la suprema, autoritaria e infalible revelaciĂłn de Su voluntad. Son la norma de carácter, la prueba de la experiencia, el revelador definitivo de las doctrinas, y el registro fiable de los actos de Dios en la historia. (Sal. 119:105; Prov. 30:5, 6; Isa. 8:20; Juan 17:17; 1 Tes. 2:13; 2 Tim. 3:16, 17; Heb. 4:12; 2 Pedro 1:20, 21.)
El Gran Conflicto Final, es un proyecto de estudio de solamente y principalmente de la escritura y tambiĂ©n el EspĂritu de ProfecĂa, para los nuevos esto le sonara extraño pero los invitamos a que puedan discernir lo que publicamos y ver si no esta de acuerdo con la escritura, todo esto surgiĂł a base la gran necesidad de compartir las verdades para estos tiempos y de la importancia de poder conocerlas y lo fundamental poder vivir el verdadero Cristianismo. Dios los Bendiga Lectores.
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